Pablo Fortes posa para MARCA


No busque el nombre de Pablo Sebastián Fortes (Montevideo, Uruguay, 1974) en los libros de historia del Valencia. Donde lo encontrará es en los apuntes contables de 1997. Aquel año, de la caja de Mestalla salieron 1,2 millones de dólares (un poco menos en euros) para fichar a un delantero que jamás pisó el vestuario. Fortes aterrizó en España de rebote dos años más tarde, en 1999, para jugar en Segunda . Y de ahí se fue pateando el fútbol regional de la Comunidad Valenciana hasta que colgó las botas con 36 años. Ahora trabaja en una carpintería de aluminio en Alzira, a 40 kilómetros de la capital del Turia.
Parte de la historia de este fichaje fantasma la destapó en 2002 el ex presidente del Valencia Paco Roig durante una agresiva campaña de desprestigio contra el consejo del club: "La operación Fortes corresponde al 15% de la comisión del fichaje de Marcelinho Carioca [se pagaron 8 millones de dólares por él al Pablo Fortes, en Vicente Vila S.L. 
 en 1997], acordada por Juan Fíger [representante] y Manuel Llorente [gerente]", afirmó en un insólito comunicado. La revelación provocó una investigación de la Agencia Tributaria. Pero Roig -que era presidente ejecutivo en 1997- terminó retractándose y el asunto, que ya había prescrito, quedó archivado.
"Yo me enteré de la verdad en aquel momento", confiesa Pablo Fortes. "Cinco años pasé convencido de que había sido un traspaso frustrado, que se habían arrepentido". Ahora es un vecino más de la capital de la Ribera Alta, donde ha formado una familia. Se levanta a las cinco de la mañana para fichar -esta vez sí- en la industria Vicente Vila S.L., en la que trabaja como montador. El turno matinal de ocho horas le permite comer en casa, recoger a su hija del colegio, entrenar al Juvenil del Alzira y asistir a clase para aprobar Bachillerato: "Lo necesito para sacar el nivel III de entrenador. Mi sueño es dirigir algún día en categoría nacional".

Un contrato con fechas y cantidades

También soñó con jugar en Mestalla, sobre todo cuando a finales de julio de 1997 lo citaron para una reunión en las oficinas del club Central Español: "Estaban sentados la mano derecha de Juan Fíger [Ernesto Liumer] y un representante del Valencia. Firmamos una transferencia internacional. Un documento de cinco páginas en el que quedaba todo claro, desde las fechas de pago hasta las cantidades".
Pero el Valencia sí pagó. El club contrajo la deuda por los derechos federativos de Fortes el 29 de julio de 1997 y la abonó en dos plazos de 600.000 y 627.000 dólares, respectivamente, según detalla con fechas el libro Lo que el fútbol se llevó.Pero semanas después recibió otra llamada. "Me dijeron que no se hacía la operación y firmé la renuncia". Al poco tiempo, rompió su relación con Juan Fíger, un representante al que se le atribuyeron entonces varias operaciones similares a través de dos clubes uruguayos, Central Español y Rentistas.
"Vi las cantidades" -asiente el ex jugador uruguayo en su mesa de trabajo- "pero no las recuerdo. Lo que sí puedo asegurar es que yo no recibí nada". Su trayectoria posterior en Tercera y Regional vale más que una declaración jurada. El fútbol no le daba para vivir y aceptó el puesto de aprendiz en una carpintería. Durante la reforma de un chalet conoció al encargado que le hizo un hueco en la industria de aluminio.
También ha sufrido los rigores de la crisis: entre 2010 y 2013 perdió el empleo, pero nunca la sonrisa. "Aproveché para hacer el curso de entrenador y además nació mi pequeña. Nunca pienso en lo que pudo pasar si hubiera tenido aquella oportunidad. Me quedo con todo lo bueno que me ha sucedido después. No me puedo quejar, el destino ha sido generoso conmigo".
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